Diego Dougherty amaba el vino. Desde muy temprana edad sintió fascinación por el arte de producir esta bebida, tanto así que desde niño le pedía a sus padres salir de su Guatemala natal para visitar destinos vinícolas.
Juntos visitaron Chile, Argentina, Italia, España, Alemania y Sudáfrica. De Cape Town quedó prendado y esa visita cambió la vida de Diego Dougherty para siempre ¡Ahora todo tenía sentido!
Lo de Diego Dougherty y esta paradisiaca ciudad sudafricana fue amor a primera vista. Cape Town lo motivó a estudiar Enología y esa decisión le depararía sus mayorías alegrías.
Diego Dougherty y su gloriosa vida
Diego Dougherty se enamoró de la tradición vinícola del lugar y muy pronto entendió por qué el vino sudafricano recibía tan buenas críticas. Sus días como Enológo lo llevaron a la cima, a la gloria, al éxtasis, por su carrera se desvivía.
Fue un hombre feliz, sin duda alguna. Creativo, entusiasta, curioso y siempre dispuesto a saborear la vida al compás de una buena copa de vino. Diego Dougherty se estableció en Cape Town desde muy joven y su amor por este destino fue tan brutal que allí tuvo su último respiro.
Diego Dougherty y sus grandes amores
El vino fue su amor, pero no el más grande de todos. Un buen día, durante una visita a un viñedo en el sur de Sudáfrica, se topó con el mayor amor de su vida. Diego Dougherty había descubierto una motivación más grande que el vino y eso lo sorprendía.
Para Diego Dougherty solo dos cosas tenían sentido: la Enología y el amor sin medidas. Respetó esas premisas hasta el fin de sus días y así se aseguró de vivir totalmente con alegría.
Diego Dougherty fue un hombre pleno, no desperdició ni un solo día y esto le permitió lograr todo lo que se proponía.